«A orillas del Duero» es uno de los poemas más ilustres de Antonio Machado, incluido en su antología Campos de Castilla. Es un poema realista y descriptivo, escrito en pareados alejandrinos. En él se cuenta cómo el autor pasea y describe el paisaje castellano, reflexionando acerca de la decadencia de España tras la Guerra de Cuba (1898).
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Manuscrito original. Fuente: www.antonio-machado.org |
Desde el principio puede observarse que la pieza tiene un tono muy prosaico. El ritmo es lento y repetitivo, lo que simboliza el paseo de un anciano que va caminando lentamente mientras reflexiona. Encontramos, por tanto, algo propio de Machado: el uso del realismo disémico.
A su vez, el poeta utiliza una sintaxis muy expresiva; la extensión de las oraciones tiene cierto significado: los versos largos e ininterrumpidos reflejan la sensación jadeante al caminar; los breves, en cambio, son meramente enunciativos. Además, se observa que la ortografía ha cambiado con respecto a la actual. Por ejemplo, en el caso de las tildes, encontramos una que actualmente no tendría lugar en la expresión á guisa, por contraposición a la ausencia de tilde que esperaríamos encontrar en subia.
En cuanto a la estructura, se nos dice el primer verso cuándo tiene lugar el paseo («Mediaba el mes de Julio. Era un hermoso día»). A lo largo de toda la primera parte se percibe un tono conversacional realista, muy descriptivo, ya que sabemos que el narrador va paseando por las sombras de los árboles con un bastón. Sin embargo, podría decirse que la época en la que se produce el paseo es poco realista, pues haría demasiado calor para que el anciano paseara.
A continuación, se describe el paisaje. El narrador afirma que lo que ve le recuerda a una guerra (vemos la figura del buitre, asociada a la muerte); aquí se refleja cómo era la sociedad de la época. Después, pasa a hablar sobre el río Duero.
El narrador nos recuerda que el núcleo de esta tierra es el río. Tras esto, comienza a hablar de la tierra castellana utilizando adjetivos ya no descriptivos, sino interpretativos. Habla de los campesinos de manera despectiva, pues, desde su punto de vista como andaluz, van «hacia la mar» o, en otras palabras, emigran a América abandonando su tierra.
Más adelante encontramos las palabras más duras que dedicará a Castilla: «Castilla miserable, ayer dominadora, / envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora». Comenzará así una descripción negativa de la tierra castellana; estas crueles palabras hacia Castilla se repetirán en más de una ocasión.
El narrador procede, después, a evocar el «pasado glorioso» de España (teniendo como núcleo a Castilla). Aparece una perífrasis en «[...] tras la aventura que acreditó sus bríos», refiriéndose así a la Reconquista. Vemos, por tanto, que el ilustre pasado español viene representado por la figura del Cid.
Como desenlace, se nos indica el final del paseo. El cierre del poema («Hacia el camino blanco está el mesón abierto / al campo ensombrecido y al pedregal desierto») nos muestra un final aclimático, pues, no se produce un desenlace rotundo, sino que la emoción que con anterioridad había aumentado, disminuye repentinamente sin llegar al clímax de la acción.
Podrá encontrar el poema en: Machado, Antonio, Campos de Castilla, Renacimiento, 1912.
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