miércoles, 16 de diciembre de 2015

24. Aquí yacen dragones: comentario de «Tu nombre y el mío»

Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) es un actor y guionista español. Conocido por películas como Barrio, Los lunes al sol o Princesas, Aranoa se ha decantado en esta ocasión por una literatura más ficticia. 
Bajo el título Aquí yacen dragones, de la editorial Seix-Barral, se recogen más de cien piezas narrativas de extensión y temática variadas. En la solapa del libro aparece, en primer lugar, una glosa o breve explicación del título, donde se recurre a la metáfora hic sunt dracones, que hace referencia a los aspectos desconocidos de la realidad. En segundo lugar, se explica que esta es la primera incursión en la literatura que es ya prestigiosa como cineasta. Finalmente, se califica positivamente al libro aprovechando el reconocimiento de su autor como cineasta.
Dentro de la colección encontramos «Tu nombre y el mío», la pieza de la que he decidido hablar. Se trata de un poema en prosa que sigue una esquema circular, pues encontramos en él algo así como un estribillo: «las calles que llevan tu nombre y el mío» se repite tres veces a lo largo de todo el poema.
La pieza, que parece ser de amor, es algo que va más allá de lo leído. No puede ser interpretado de manera realista, ya que tiene un lenguaje muy metafórico y juega con el simbolismo de muchas palabras y expresiones. De hecho, podríamos decir que el poema simboliza el destino: «las calles» son todas las cosas que unieron a la pareja de la que se habla, ese «tú y yo» que aparece constantemente reflejado en la pieza.
Si las calles eran las cosas que los unieron, «la plaza» es esa 'realidad' que se forma cuando la pareja se junta. Por otro lado, sin embargo, esta plaza estaría dotada de irrealidad, pues en ella se encuentran niños que nunca tuvieron, ancianos que recuerdan cosas que no existen, fuentes saladas, un sol que sale tres veces al día y la inexistencia del odio o el dolor.
Podría concluirse, por tanto, que nos encontramos ante un poema de amor soñado, no realizado. Se trataría de una historia de amor imaginaria, donde la plaza cumple con una imagen paradísiaca en la que todo es posible.

«Tu nombre y el mío»
Las calles que llevan tu nombre y el mío se cruzan en una plaza hermosa, con farolas y bancos, en la que juegan los niños que nunca tuvimos y los ancianos recuerdan momentos, inolvidables sucesos que no sucedieron.
Las calles que llevan tu nombre y el mío se cruzan en una plaza hermosa, con una fuente de agua salada a la que llegan gaviotas, confundidas, desde el mar.
Aquí el sol sale tres veces al día. No hay odio ni dolor en la plaza que forman las calles que llevan tu nombre y el mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario